martes, 27 de noviembre de 2007

Compartiendo mi sentir

APENAS UN MINUTO ANTES




Un minuto antes Carmela sonreía. Un minuto antes sentía las caricias de su marido y se reconfortaba con ellas. Un minuto antes cuidaba con esmero su jardín y terminaba de colocar los platos de la cena en el fregadero. Al día siguiente los quitaría, pensó mientras se apresuraba en ir hacia la salita donde José leía y a quien quería sentir cerca para que mitigara su cansancio con su simple presencia.
Un minuto antes José terminaba de corregir los últimos exámenes de sus alumnos de primero de bachillerato a quien había prometido entregar las notas el lunes. Un minuto antes José leía ensimismado y relajado un clásico inglés sin dejar de prestar atención a los movimientos decididos pero pausados de Carmela sabiendo que en breve la vería aparecer enfundada en su bata de algodón blanca presta a acurrucarse a su lado buscando sus dulces caricias.
Un minuto antes la vida transcurría sin sobresaltos con la cadencia de las olas lamiendo la arena en un infatigable ir y venir.
Un minuto antes los cimientos de su casa se erguían fuertes y poderosos, sabedores de su inquebrantable resistencia a los envites de la más terrible de las tempestades.
El sonido del teléfono marcó el final de ese minuto.
El tiempo empezó a galopar sin darles respiro, destruyendo a su paso cualquier ilusión, arrasando y diluyendo los momentos felices, sumiéndolos en la más terrible pesadilla.
Carmela y José deambulan por la casa, lívidos, fantasmales, con la sonrisa borrada definitivamente de sus rostros, vacíos pero descubriendo a cada segundo cuánta tristeza puede caber en sus corazones.
Un minuto antes Francis volvía a casa en moto después de una agradable velada con sus amigos. Una piedra le hizo perder el equilibrio y el casco no lo salvó de un golpe fatal en la cabeza.
En vano buscan sus padres la manecilla del reloj que los devuelva a ese fugaz minuto de felicidad.

2 comentarios:

Ana Concejero dijo...

Se me ha puesto la carne de gallina.Un relato con mucha sensibilidad y ..tristísimo.Sinceramente espero que no sea real.

mariló dijo...

Pues sí que lo es, desgraciadamente.